Lo que aprendí de la gastronomía eslovaca

De mi visita a Bratislava me quedaron gratos recuerdos: ver el Río Danubio por primera vez, pasear por su encantador casco viejo, comer salchichas, cerdo, papas y repollo agrio hasta más no poder y… una inolvidable indigestión

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De mi visita a Bratislava, la capital de Eslovaquia, me quedaron gratos recuerdos: ver el Río Danubio por primera vez, pasear por su encantador casco viejo, fotografiar las distintas estatuas divertidas regadas por la ciudad, comer salchichas, cerdo, papas y repollo agrio hasta más no poder y… una inolvidable indigestión por abusar de las salchichas, cerdo, papas y repollo agrio.

Todo empezó en el tren que me llevó desde Praga a Bratislava. Tenía hambre, me fui al vagón-restaurant y me comí un delicioso goulash que estaba bastante picante. Sin problemas.

Al llegar a la capital eslovaca, luego de checkearme en el hostal y de hacer un recorrido por el vecindario fui a un restaurant de “comida típica de Eslovaquia” de esos creados con la intención de que los turistas coman la “comida típica de Eslovaquia… para turistas”. No importa, estuvo deliciosa. Comí Schnitzel de cerdo con unas papas con crema y champiñones y una cerveza negra de la casa.

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A la mañana siguiente, di un con agradable café donde servían pan con huevos y 2 salchichas eslovacas. Más grasa, perfecto.

Tras mi recorrido turístico por la rivera del Danubio y luego por el casco histórico de Bratislava, comencé a buscar donde almorzar.

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Como cualquier capital europea, hay variedad de restaurantes, no sólo de comida local. Vi pizzerías por montón, un par de sitios mexicanos, varios de kebabs, uno de asados argentinos y los respectivos lugares de sushi. Lo que no conseguí fue comida china, sorpresa luego de haberme topado con mil restaurantes de esos en República Checa.

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Decidí almorzar más comida eslovaca. Esta vez probé la Kapustnica, que es una sopa espesa de repollo agrio (col) con chorizo ahumado. De segundo, pedi más schnitzel de cerdo, súper crujiente, bañado en queso y acompañado con tomates. Aquí fue donde comenzó el caos estomacal.

A la noche, con el estómago totalmente destruido, con digestivo de por medio y una taza de manzanilla participé en una actividad de comida casera eslovaca en el hostal. El menú: sopa de ajo con crema de leche y dumplings de masa de papa y trigo rellenos de mermelada de arándanos.

A pesar de todo lo que comí, sobreviví, y a la mañana siguiente repetí el desayuno de salchichas eslovacas, ¡Ja! De ahí directo a la estación de tren para irme a Budapest, Hungría, donde comería más goulash, salchichas y cerdo. Madre mía.

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Tips para comer en Bratislava

Estuve menos de 48 horas en Eslovaquia, sin embargo te puedo decir que:

-Comer en Bratislava es barato. En general esta ciudad es económica en comparación con sus vecinas Viena y Praga.

-Si viajas en otoño aparte de paisajes increíbles, vas a tener muchos platos altos en grasa, papas y mucha harina. Disfrútalos pero no lo has lo que yo, sé moderado.

-El casco histórico es más caro y la comida es más internacional y turista-friendly que en otras partes de la ciudad. Si quieres más autenticidad, aléjate de esa área a la hora de comer. Y no te preocupes, la ciudad es pequeña, no es difícil ir de un lugar a otro en poco tiempo.

-Un lugar entretenido para comer y beber buena cerveza es el Slovak Pub, ubicado en la calle Obchodná 62. En esta calle hay varios bares y sitios de comida. Date una vuelta por ahí.

-Si vas a Bratislava y consigues un restaurant chino, visítalo y cuéntame qué tal es.

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Comentarios
  1. Me he tronchado con tu post, más que nada porque a una amiga le pasó lo mismo cuando vino a visitarme a Lituania, se puso a probar de todo y acabó fatal del estómago.

  2. Buena reseña Daniel. Estuve en Eslovaquia alguna vez y concuerdo contigo: hay que acostumbrar al estómago, de lo contrario nos puede resultar una auténtica revolución estomacal jejeje. Pero delicioso. Saludos.

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