Prepara la mantequilla de ajo. Mezcla la mantequilla con el ajo picado y el perejil en un bol. Cuando esté bien combinada, colócala sobre un trozo de papel film y dale forma de cilindro. Envuélvela bien y métela al congelador hasta que esté firme (unos 15-20 minutos).

Con las pechugas de pollo, haz un corte profundo en el centro para formar un bolsillo. Trata de no cortar completamente el pollo; la idea es que el bolsillo retenga la mantequilla al cocinar.

Saca la mantequilla del congelador y corta porciones alargadas. Coloca un trozo de mantequilla dentro de cada bolsillo de pollo y cierra bien, usando palillos para mantenerlo sellado.

Necesitarás tres platos: uno con la harina, otro con los huevos batidos y otro con el pan rallado. Sazona las pechugas de pollo con sal y pimienta y pásalas por la harina, luego por el huevo y finalmente por el pan rallado. Asegúrate de que estén bien cubiertas.

Calienta el aceite en una sartén a fuego medio-alto y fríe las pechugas por unos 3-4 minutos por cada lado, hasta que estén doradas. Transfiérelas a una bandeja para horno y termina de cocinar en un horno precalentado a 180°C por unos 10-12 minutos.

Sirve caliente, acompañado de una ensalada fresca o vegetales al vapor.