Corta la pechuga de pollo en tiras o cubos medianos, lo suficientemente grandes como para que se sostengan bien en el pincho sin romperse.
En un bol, mezcla la salsa de soja, la cúrcuma, el jengibre, el ajo, la miel y el aceite de sésamo. Sumerge el pollo en esta marinada y deja reposar en la nevera durante al menos 30 minutos. Cuanto más tiempo repose, más sabroso quedará.
Ensarta los trozos de pollo en los palitos de brocheta. Si los palitos son de madera, sumérgelos en agua 10 minutos antes para que no se quemen.
Calienta una parrilla, sartén o enciende el horno. Cocina las brochetas a fuego medio-alto durante unos 3-4 minutos por cada lado, hasta que estén doradas y bien cocidas.
Mientras tanto, en una sartén pequeña a fuego bajo, mezcla la mantequilla de cacahuete, la leche de coco, la salsa de soja, el azúcar moreno, el vinagre de arroz y el curry. Cocina removiendo hasta que la salsa esté suave y cremosa. Si quieres más picante, añade un poco de chile en polvo.
Sirve las brochetas con la salsa satay a un lado para untar.